Para mí es muy importante que los alumnos que asisten a mis cursos sean capaces de extraer conclusiones que apliquen a su realidad. Un curso que sólo se queda en el contenido sin que haya una transferencia a la vida del alumno que lo convierta en significativo, es un curso vacío.
En la última sesión de educación emocional, propuse a mis alumnos que dedicaran 5 minutos a pensar en esa clave reveladora que aprendieron en el curso y que les servirá en su día a día. Después les di 5 minutos más para que la escribieran en no más de 10 palabras. Hacer la síntesis y trasladar al papel la idea, aún ayuda más a aclararla y visualizarla. Tras un trabajo de puesta en común, escribieron entre todos el siguiente manifiesto:
– Reconoce, reflexiona y si quieres… ¡dispara!
– Recuerda que las emociones aprendidas se desaprenden.
– No te dejes llevar por tu P-A-N y domina tú la situación.
– ¡Sobre todo! No cojas los cupones.
– Expresa tu opinión sin humillar y sin dejarte avasallar.
– Para comunicarte no sólo tienes que oír, sino también escuchar.
– La motivación está en ti: ¡Búscala!
Si os resulta interesante podéis colgarlo en vuestra nevera, como hicieron algunos de ellos, para que os recuerde que la inteligencia emocional, para una vida más equilibrada, hay que practicarla a diario.