Un aniversario, con independencia de cómo se lo tome cada uno a nivel particular, no deja de ser en nuestra cultura un símbolo de celebración, fiesta y entusiasmo. Un cúmulo de emociones positivas ligadas al éxito de la supervivencia, al protagonismo en la propia historia y a la lucha contra un tiempo que juega en contra.
Cuando es una marca la que cumple años y comparte todas esas sensaciones con su público, crea y fortalece los lazos emocionales con él. Más aún cuando lo que hay detrás de una marca, es un proyecto como FOC (entendido como un proyecto de emprendeduría), cumplir 5 años le permite que aflore el pequeño David que los pequeños emprendedores llevamos dentro y sacarle la lengua a los Goliats que tratamos de esquivar en el día a día. Un guiño de orgullo y valor que busca la complicidad del público.
Y esa complicidad se premia. Al final el consumidor, el cliente, sabe que detrás de las marcas hay personas. Pero es cierto que las marcas (como sucede con los perros) acaban pareciéndose a sus amos. Cuando el público asocia cualidades humanas a una marca le será más cómodo relacionarse con ella y tenderá a transferir esas cualidades a las personas que las integran de modo natural.
Hace ya años que en mis clases de branding trato de hacer entender a pequeñas empresas, profesionales y demás curiosos del marketing, que a los consumidores se les ofrece cada vez productos más parecidos entre ellos y todos igual de accesibles. Las razones para elegir uno u otro cada vez son menores. Así que las marcas tienen la obligación de crearse, enseñarse y explicarse diferentes, especiales y crear vínculos con sus clientes para que las elijan.
Y, cómo no, aprovechar la ocasión especial de un aniversario para conectar con el público es una oportunidad perfecta. ¿O no nos sentimos especiales o importantes cuando alguien nos invita a su fiesta de cumpleaños?
¡Gracias FOC por invitarme a tu “fiesta”! 😉