Una de las primeras reacciones cuando vemos que las ventas bajan, que hay clientes de toda la vida que se replantean cambiar de proveedor, es ofrecer la bajada de precios como solución para fidelizar.
Colaboro con alguna empresa que hace el amago al menos una vez al mes y de momento he conseguido evitarlo. Porque ésa no es la solución, eso no fideliza clientes. O al menos los clientes interesantes.
¿Qué cosas puede pensar un cliente cuando le ofrezco una bajada de precios para que no se vaya a la competencia?
“Me han timado un poco, ¿no? Llevo años pagando este precio y resulta que me lo podían ofrecer más barato.”
“Vaya, parece que esta empresa me necesita. Vamos a aprovecharnos de que los tenemos pillados.”
“Si me lo ofrecen al mismo precio que los otros, será que su producto no era tan bueno ni tan diferente como decían.”
“Si han bajado esto, pueden bajar un poco más. Vamos a regatear…”
Para algunos clientes, la bajada de precio puede ser un buen reclamo. Pero no es un cliente que nos valore por nuestro producto, por nuestro valor añadido. Es un cliente que sólo valora el precio, y , déjame que te insista: siempre hay alguien dispuesto a hacerlo más barato.
Un cliente que fidelizas por precio no es especialmente fiel. Puede ponerte los cuernos por 50 céntimos… ¿En serio quieres dejar el futuro de tu empresa en manos de este tipo de cliente?