Si estás metido en el tema de la gestión emocional, o si eres consumidor de libros de autoayuda, hay un concepto que ya has escuchado hasta la saciedad: asertividad. Sin embargo, aunque tengamos claro qué significa ser asertivo y las ventajas que conlleva muchas veces no sabemos como trasladarlo a nuestro día a día, a nuestra manera de interactuar o a nuestra forma de comunicarnos.
Por eso os he traído cinco trucos para ir sembrando asertividad con nuestro lenguaje:
No te autominimices: seguramente ya hay gente que se encarga de hacerlo. Así que nunca utilices expresiones como “no voy a hacerle perder mucho tiempo”. Los segundos cuentan igual para todos, nunca des por sentado que tu tiempo es menos valioso que el de tu interlocutor.
No personalices en las dificultades: si dices “yo no puedo darte respuesta a eso” estás reconociendo incapacidad. Si no puedes hay alguna causa: no existe esa información, no estás autorizado, los datos no están disponible, etc. Explica la causa y no te culpabilices.
Acepta los elogios: aunque nuestra tradición cultural premia la humildad ésta no es nada asertiva. En vez de decir cosas como “no tiene ningún mérito” o “cualquiera hubiera hecho lo mismo”, siempre es mejor reconocer nuestra labor con un simple gracias.
Haz sólo referencia a los hechos: no impliques a las personas y sus intenciones, porque únicamente conseguirás cambiar el foco de sitio y desvirtuar la situación conflictiva. Limítate a decir que hay errores en el informe en vez de decirle a alguien “podrías haberlo corregido, ¿no?”.
Solicita información ante las críticas: Si quien nos critica sabe argumentarla será una información muy útil de cómo se nos ve desde fuera. Si no saben argumentarnos es que era un ataque gratuito y podemos despreciarlo. Así que no ataques o te escondas ante la crítica, pide que te la argumenten.
Éstas son algunas de las fórmulas que podemos utilizar para desarrollar nuestra asertividad e irla contagiando a nuestro alrededor.
Gran utilidad en pocas palabra. Me gusta.
Gracias Santiago!